“Estamos en una verdadera extorsión mediática criminal para poder linchar al fiscal porque está atentando contra intereses espurios de grupos a los que estamos investigando y que hemos logrado procesar y mantenerlos en la cárcel”.
Estas afirmaciones del fiscal general de la República, después de haberse difundido audios en los que se le escucha utilizar todo el poder de la fiscalía para presionar a los Ministros de la Suprema Corte de Justicia de la Nación para lograr que lo favorezcan en un asunto de carácter personal, podrían arrancarnos una sonora carcajada, si no fuera porque son terriblemente trágicas.
La institución del Estado mexicano garante de la procuración de justicia quedó demolida al ser exhibida la profunda corrupción de su titular.
Tenemos claro que los casos emblemáticos de persecución penal en esta administración -Rosario Robles y Lozoya/Lavalle- tienen características idénticas a las actuaciones de los Procuradores del pasado, es decir, razones políticas antes que jurídicas.
También tenemos claro que el rendimiento de Gertz Manero como fiscal general en el marco de la transformación de la institución de procuración de justicia, es un rotundo fracaso que está entregando a los mexicanos un organismo idéntico o peor, que la vieja PGR, que está por destruir todos los esfuerzos que llevaron a la instauración del modelo penal acusatorio basado en la presunción de inocencia.
Ahora, nos enteramos de que la fiscalía general de la República es un instrumento al servicio de su titular para cobrar revanchas personales y que su titular, litiga con los instrumentos institucionales que tiene a su disposición para lograr que se niegue el amparo y la protección de la justicia a personas que quiere mantener encarceladas.
En el México de López Obrador, desde una mañanera el presidente exoneró al Fiscal y desde un noticiero matutino, el fiscal se escurrió de su responsabilidad acusando la conspiración maléfica lanzada desde los medios de comunicación, al tiempo que en una comparecencia a puerta cerrada, las senadoras y senadores, parecían felices de su visita.
Queda claro que la apuesta del presidente por la pacificación a partir de reducir los niveles de persecución está demostrando, a tres años y medio, un fracaso estrepitoso que sólo trae dolor y muerte a nuestro pueblo.
A ese contundente fracaso se suma ahora la cuestionable decisión de haberle entregado a Gertz Manero una institución nueva, que exigía un esfuerzo magnífico para consolidarse y rendir frutos, que gozaría de un alto grado de autonomía para despolitizar las decisiones y que dejaría de obedecer al presidente de México.
Como vemos, el fiscal ha utilizado su cargo para perseguir a los enemigos que le instruye el presidente; para deshacerse de rivales en el gabinete presidencial y para mantener amenazados a antiguos integrantes del grupo del gobierno; para vengarse de personas que supuestamente le causaron daños personales y, por último, para generar miedo en los rivales políticos de López Obrador.
Que pena por la procuración de justicia. Que pena por México. Lo dicho #NoSonIgualesSonPeores