El presidente López, durante dieciocho años de su campaña política fue implacable crítico de los gobiernos en turno y se presentaba como el poseedor de la verdad y honestidad absolutas, así como de todas las soluciones a los problemas que los gobiernos presentaban.
Siempre culpaba al presente, sin embargo, ahora que lleva tres años de gobierno, ha encontrado en el pasado la fuente de todas sus excusas para justificar la ausencia de resultados.
Cada que se hacen del dominio público hechos de corrupción de integrantes de su gobierno; cada vez que se descubre algún indicio de conflicto de intereses por parte de sus amistades o familiares; cada episodio del desastre en materia económica, sanitaria, política y de seguridad ciudadana que siguen hundiendo a México, la respuesta es la misma: todo es culpa del pasado, de lo que él llama los gobiernos neo liberales.
Al hablar del periodo neoliberal, o cualquier otro sinónimo medianamente eficaz para el discurso de descalificación, convenientemente pasa por alto su origen, militancia y modo permanente de mirar al mundo ligados al añejo PRI de los 70s.
Del mismo modo, omite en sus cuentas alegres el sexenio completo de Enrique Peña Nieto y centra sus señalamientos en las administraciones emanadas de Acción Nacional, con lo que distorsiona su visión de lo que significa el pasado para él.
Esta evasión tramposa de la realidad representa una imperdonable evasión de la responsabilidad de gobernar y resolver los problemas que aquejan a las personas, familias, comunidades y regiones de nuestro país, que no merecen que el presidente siga utilizando el cargo para injuriar a quienes piensan diferente y echarle la culpa al pasado de lo que su incompetencia es incapaz de enderezar.
Para desgracia del inquilino de Palacio y provecho de la sociedad, la verdad libera y siempre sale a la luz; hoy el presente nos interpela y, entre otras cosas, nos señala:
Que un hijo del Presidente vivió –sin ápice de austeridad- junto con su esposa en una casa en Houston, Texas relacionada con contratistas de PEMEX que hoy día participan en las adjudicaciones de la construcción de la refinería de Dos Bocas;
Que han asesinado a cuatro periodistas en el primer mes del presente año, sumando 53 asesinatos durante su ejercicio presidencial y rebasando ya los 100 mil homicidios dolosos;
Que llevamos más de 300 mil personas muertas a causa de la COVID-19, lo que representa cinco veces el escenario más catastrófico que al inicio de la pandemia el otro López planteó;
Que se demostró fehacientemente que la hoy titular de la Secretaría de Educación Pública cometió un delito cuando fue alcaldesa de Texcoco y retuvo ilegalmente el 10% del salario de los trabajadores del Ayuntamiento, recibiendo el respaldo presidencial con un: “no te preocupes Delfina”;
Que, por las pésimas decisiones -viscerales y repletas de ideología- en materia económica, nos encontramos en una recesión técnica;
Que, 18 mil muertos y 2,200 presos firmaron para solicitar la realización de la revocación de mandato por lo que uno de cada cuatro apoyos, resultaron falsos.
Nada nos ilustra mejor que el presente para confirmar que no se puede seguir creyendo que la culpa de todo es del pasado.