El jueves 07 de septiembre dio inicio el proceso electoral 2023-2024 que culminará con el día de la elección el domingo 02 de junio del 2024.
Durante meses hemos escuchado insistentemente que viviremos el proceso electoral más grande de la historia, en cuanto se refiere al número de cargos a elegir y al número de electores que podrán ejercer su derecho al voto.
Sin embargo, el tamaño de la elección y el número de electores son componentes que estaban suficientemente previstos desde que se aprobaron las reformas que compactaron fechas de jornadas y cargos a elegir, acompañadas del dato del crecimiento demográfico de México.
La presidenta del INE, Guadalupe Taddei afirmó en su discurso que también iba a ser, la elección más compleja de la historia.
Desde mi punto de vista, el dato clave, el dato crucial, es que estamos frente a la elección más peligrosa de nuestro tiempo, porque vamos a enfrentar una elección, más bien, estamos enfrentando un proceso, en el que, por primera vez en las últimas tres décadas, el gobierno federal renuncia abierta, descarada e ilegalmente a la imparcialidad a la que lo obliga el artículo 134 constitucional, y coloca en el escenario señales que advierten sobre un eventual rechazo a los resultados si éstos no favorecen a sus candidatos.
Por primera vez en las últimas tres décadas, desde la presidencia de la República se han desplegado estrategias de comunicación y presión política que pretenden debilitar al árbitro para que no pueda detener o sancionar actos abiertamente ilegales de aspirantes presidenciales.
Por primera vez en las últimas tres décadas, el presidente de la república en persona ha promovido aspirantes de su movimiento y fustigado a aspirantes opositores desde el uso de la tribuna pública más poderosa de la nación.
Día tras días violenta las limitaciones que le impone la Constitución, burlándose de la democracia y de la vocación democrática del pueblo de México y promoviendo un desgaste institucional para fomentar un río revuelto creyendo que será el único pescador.
Y por otra parte, la amenaza de que el crimen organizado sea un factor determinante en el resultado electoral está latente, por lo que no se debe permitir la ilegal intervención de organizaciones criminales en amplias regiones del país durante el proceso electoral y para ello, se debe generar una propuesta de medidas precautorias y exigir la colaboración de todos los poderes públicos y los partidos, para preservar la autenticidad del voto como elemento rector e indispensable del proceso electoral.
Por ello ésta, la elección más grande, compleja y peligrosa de nuestra historia, debe terminar convertida en la elección más importante del periodo de transformación política de México. Nos corresponde a todas y todos, cuidar la elección.