Se cumplieron ya los tres primeros años de gobierno del presidente López Obrador, no de la cuarta transformación. Sí, de un gobierno personalista, caprichoso, vengativo y populista.

Tres años en donde se ha querido someter desde el púlpito mañanero a periodistas que transmiten información que le parece incomoda y por lo tanto, se le tiene que descalificar; de empresarios que han sido señalados de corruptos y cómplices del pasado, pero que nada se ha hecho para reivindicar ese pasado atacando de frente la corrupción; de intelectuales que le incomodan por ejercer su derecho al libre pensamiento y a la crítica calificándolos de ser parte del complot para que su gobierno no avance.

Tres años de querer considerar a los integrantes del poder legislativo como sus empleados, ordenándoles que no se le puede mover ni una coma a iniciativas o decretos que presenta el presidente que todo lo quiere; de quererse apoderar del poder judicial recurriendo a la amenaza, a la denuncia pública por el monto del sueldo que reciben sus integrantes y de  querer prorrogar el mandato en la presidencia de ese poder, violentando la constitución a través de un transitorio en la ley orgánica del poder judicial de la federación.

Tres años en los que los diferentes sectores han sufrido el desprecio y la falta de atención del presidente.

Recortes en el sector salud que no permiten tener una reserva para la compra de medicamentos para los niños con cáncer y un desabasto de medicinas para la atención de diferentes enfermedades.

Tan solo en el tránsito de la desaparición del seguro popular y la inscripción al nuevo INSABI, han quedado fuera de la cobertura de salud más de 7.3 millones de mexicanos.

Recortes en los recursos para el combate a la delincuencia que lo único que ha reflejado, es la superación de las cifras, por ejemplo, de homicidios dolosos. Cifra que, en tres años, ha superado el número de muertos señalados durante toda la administración del presidente Calderón.

Si, en tres años, los homicidios dolosos, las amenazas, la violación y el robo a negocios son los delitos que más se han incrementado, por lo que se puede afirmar que los tres primeros años de gobierno del presidente que iba a arreglar el problema de inseguridad con abrazos, ha sido el trienio mas violento si lo comparamos con las dos administraciones anteriores.

En tres años de gobierno ya llevamos dos gasolinazos y el mayor incremento en el costo de las tarifas eléctricas que se ha visto en once años, haciéndose notar que el precio de las gasolinas crecen mas que la inflación, que ya es decir.

En fin, tres años en los que se ataca a los órganos constitucionales autónomos, al mismo tiempo que a los órganos reguladores. El presidente hará lo que si sabe hacer muy bien, concentrar a sus seguidores en el zócalo capitalino para seguir culpando al pasado y a la corrupción, pero sin hacerse cargo del presente ni de hacer que paguen, aunque sea con cárcel, los corruptos.

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