El sábado 1 de octubre, se cumplieron 33 años de que el que todo lo puede, se llevó al Maquío.

Por ese motivo, me invitaron como orador en el evento que se realizó, como todos los años, en el monumento que un grupo de ciudadanos le erigió en la avenida insurgentes.

Qué bueno que lo recordemos, porque si nosotros no recordamos a los nuestros, los que no lo conocieron no tienen como recordarlo.

Muchos conocen de Manuel Jesús Clouthier del Rincón por algunas frases como:

“Sólo está derrotado aquel que ha dejado de luchar” o “Solo vale la pena vivir, por lo que se está dispuesto a morir”.

Pero Maquío era mucho más que frases. Era un líder carismático y un demócrata convencido, con un profundo sentido de la justicia social.

Fue un demócrata, congruente y digno promotor de la solidaridad y la subsidiariedad.

Sin duda su aportación para que México cambiara fue muy importante y lo sentenciaba en todo momento cuando afirmaba que: “México va a cambiar contigo, sin ti o a pesar de ti”.

Sabemos que él fue el principal promotor del cambio del siglo pasado.

Cambio para modernizar la política.

Cambio para modificar la ley electoral, con esa huelga de hambre que dio como resultado la reforma electoral de 1990, en donde se creó el Instituto Federal Electoral.

Cambio para tener un México mejor, sin odio y sin violencia, con una resistencia activa y pacífica.

Pero el cambio que impulsó y provocó, no fue suficiente para este México que no quiere dejar atrás el pasado autoritario, antidemocrático y corrupto; ese México que no quiere dar el paso hacia adelante, para encontrar el México que merecemos hoy, las y los mexicanos.
 

El verdadero legado del Maquío, se puede resumir en tres cosas:

PRIMERO: Que creía verdaderamente en la democracia.

SEGUNDO: Dio el ejemplo de que la autoridad moral se logra solo con la congruencia, entre lo que se piensa, se dice y se hace.

TERCERO: Enseñó el respeto a la dignidad de la persona humana, cuando en palabras sencillas, afirmó “el chiste no es cambiar de amo, sino de dejar de ser perro”.

Por mi parte, no hay manera de olvidarlo.

En un paréntesis de gratitud, al escribir en El Universal sobre el equipo que hizo posible la campaña presidencial de 1988, “reconocía a Héctor Vera y a su equipo de jóvenes de ciencias políticas, que sirvieron de avanzada para organizar la gira por adelantado, e incluso, para crear algo de infraestructura para soportar la campaña, escribió”.

Yo era uno de esos jóvenes que creyó en el cambio, que se preparó para el cambio; que luchó por el cambio y que sigue luchando por el cambio.

Estoy convencido que México tiene que volver a cambiar.

Por eso hay que decir presente en los nuevos retos de México, para defender la democracia y para que sigamos viviendo en libertad.

Muchas gracias