El escenario político en México es complicado.
La polarización promovida desde palacio nacional y replicada por comunicadores afines, así como por las benditas, pero terribles redes sociales, han generado una crispación política, que se traslada irremediablemente, al complicado mundo de la convivencia social.
En los poderes y entre los poderes de la unión se siguen sintiendo fuertes presiones desde el ejecutivo, para lograr el control de estos.
En el poder legislativo se refleja claramente una diferencia, al parecer insalvable, por la actitud de una mayoría indolente, ignorante e inculta, que, solo atendiendo las órdenes del presidente, desdeña a una minoría que, sin embargo, ha logrado sumar los votos de la oposición para frenar reformas constitucionales autoritarias y regresivas, en materia eléctrica y en materia electoral.
Las relaciones al interior de la cámara de diputados y de la cámara de senadores, parece que no van a cambiar en lo que resta del sexenio.
En el poder judicial, en la presidencia del ministro Zaldívar, se notaba claramente una entrega total, que rayaba en un servilismo hacia el presidente de la república, que dividía claramente a los integrantes de la corte en dos bandos.
Por una parte, las ministras Ortíz y Esquivel, que junto con el ministro presidente, accedían a todas las exigencias de López Obrador, y por la otra, el resto de las y los ministros que hacían todo lo posible por mostrar una mínima independencia de palacio nacional.
Con la presidencia de la ministra Norma Piña, se ha marcado la necesidad de la independencia del poder judicial para su actuación y el llamado que hace a los jueces federales a defender a la constitución con prudencia y responsabilidad, pero sin cobardía.
Desafortunadamente, desde palacio nacional y en las redes sociales, se ha desatado una campaña de hostigamiento y amenaza a la ministra presidente y al poder judicial en pleno.
El presidente seguirá amenazando y presionando a los miembros del Poder Judicial, pero la consecuencia de su discurso de odio, con esas balas retóricas y esos dardos envenenados para confundir, han generado una ola de movimientos sociales y políticos, que han encontrado la ruta de la reconstrucción institucional de nuestro país.
La lógica de polarizar sólo sirvió para despertar la conciencia política de la sociedad mexicana, por lo que se ha generado un respaldo total a la ministra presidente y a los ministros y ministras.
Las y los juzgadores federales han reprobado enérgicamente la publicación que circula en redes sociales, porque incita a la violencia, atenta contra la integridad personal y divide gravemente a la sociedad.
La barra mexicana de abogados ha sostenido que las autoridades e integrantes de los poderes de la unión, que hacen descalificaciones a jueces, magistrados y ministros, quebrantan el principio de independencia judicial.
Un colectivo de mujeres ha manifestado su exigencia de poner fin a la violencia por razón de género, al tiempo de expresar su solidaridad al decirle: “No estás sola”.
Por su parte, el presidente de la cámara de diputados, el Diputado Santiago Creel, manda un mensaje muy claro: “ya párele presidente, no se pase”.
Esperemos que el presidente sea sensible a estos llamados, pero mientras esperamos, vaya mi solidaridad con la ministra presidente y para todos los integrantes de la corte.